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Por Dr. Wilson Araya

VOLUNTARIADO

¿Quién dijo que todo está perdido?                                                                        

Yo vengo a ofrecer mi corazón

​​

En una sociedad donde la solidaridad, la abnegación y la fraternidad

no son para muchos más que palabras de buena crianza, para otros constituye la fuerza

primigenia desde donde se convierte la intención en acción. La necesidad de servir al otro en medianos y largos plazos, de apoyarle en su vulnerabilidad bajo condiciones frecuentemente deplorables, forma parte de los mejores individuos de nuestra especie humana. Frente a la posibilidad del sin sentido y a la sensación de vació de propósito en la vida, estas personas eligen llenar su existencia con acciones pintadas de los colores del amor, de los afectos y de las aspiraciones de no pasar desapercibidos por la posibilidad que la propia vida nos entrega de dejar aunque sea una pequeña huella para los que nos siguen.

Desde hace algunos años he tomado más clara consciencia de lo anterior, y como siempre, la vida abre sus portezuelas para que no nos quedemos solamente en el  "darnos cuenta" sino para que demos un paso adelante y avancemos en acciones concretas. Cada uno de nosotros puede y debería encontrar su lugar, donde quiera que sea. Este año ha sido intenso. Con un grupo de amigos nos hemos propuesto potenciar un proyecto de voluntariado en Lima, Perú, continuaremos trabajando en Santiago con voluntarios que apoyan a adultos mayores y ya nos

hemos reunido en Santiago en el primer encuentro de la Teletón dirigido a potenciar el trabajo de los voluntarios y de sus encargados técnicos.

En mi caso he decidido hacer trabajo voluntario en el terreno de mis experticias. Creo que ha sido una buena decisión, pues en todo voluntariado coexisten dos fuerzas muy potentes:

Por un lado la necesidad de servir persistentemente al otro contra viento y marea.

Por el otro a olvidarse de si mismo, de entregarse más allá de sus límites, acercándose incluso al autosacrificio.

 

Cuando estas energías son sostenidas con intensidad en el tiempo, el propio voluntario corre el riesgo de perder el equilibrio que llamamos salud. De allí surge la necesidad de protegerles, despertar en ellos la conciencia de sus posibilidades y límites. Es por eso que buena parte de mi entrega espontánea ha sido bautizada como de "cuidador  de cuidadores". Me ocupo de aclararles las bondades y los riesgos físicos y emocionales que su deliberada entrega gratuita puede implicar para su salud, y les acompaño en el proceso de sostener esa entrega con la

mejor calidad de vida posible. La toma de conciencia en cuanto a la relación íntima que existe entre el alma y el cuerpo puede constituirse en una buena base para el autocuidado.

Existen instituciones de beneficencia que han trascendido el ya ambicioso proyecto de apoyar la

rehabilitación de niños y jóvenes discapacitados y se han propuesto, mediante su trabajo, entregar futuro y vida. Esa Institución en Chile es la Teletón. Esta obra nacional requiere del trabajo profesional de especialistas en variados ámbitos de la salud. Ellos son los responsables de la

administración,de los procedimientos e indicaciones médicas, pero ellos mismos no podrían cumplir de manera excelente sus tareas si no tuviesen a su cargo la organización del trabajo de los miles de voluntarios que apoyan esta gran obra y de coordinar las acciones entre las familias de los beneficiarios y los voluntarios.

Este año tuve la posibilidad de compartir, en el primer encuentro nacional, con los encargados de equipos y proyectos de la Teletón.

Desde mi propia experiencia profesional trabajamos el tema:

Liderazgo - ¿se nace o se hace?. Mi mirada neurocientífica entrega una perspectiva particular sobre la temática de cómo apoyar el entusiasmo y la calidad de la entrega de los voluntarios mediante la activación de las conexiones cerebrales conocidas como "circuito de recompensa".

Fue una bella jornada, yo mismo me fortalecí, gané entusiasmo y además se abrieron nuevas posibilidades para seguir cuidando tanto a los voluntarios como a los cuidadores de ellos.

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